domingo, 1 de agosto de 2010

4. Eficacia

El cuerpo puede ser observado desde una persiana de hierro entreabierta. La ventana esta trabada desde el interior y las restantes aberturas de la oficina permanecen cerradas.
Tras el Falcon amarillo, cinco minutos después, llegan otros dos patrulleros que se detienen al lado de un solitario Renault 18 Break de color bordó que Pepe Del Campo, yerno del muerto, había encontrado, prolijamente estacionado por Arroyo, a unos metros del portón de entrada.
—Traigan al encargado— ordena el oficial subinspector Colombo, a cargo de la comisión policial. Actuemos con prudencia, quizás pensó el oficial mientras el timbre sonaba repetidamente en la habitación del sereno, situada a unos pasos de las oficinas del abogado Mario Orestes Folchi, donde acababa de encontrarse el cuerpo sin vida.
Con la ayuda del asustado sereno que aseguró haber visto el Renault 18 del militar estacionado cuando él comenzaba su turno, a las nueve de la noche, de un barretazo hizo saltar la traba de la cerrada persiana de hierro que da a la oficina contigua, hacia la derecha. Todo estaba oscuro, a excepción de la estrecha habitación donde yacía el militar, y en una circunstancia así el silencio adquiría otra dimensión.
La cerradura de acceso a la oficina había sido violentada, aunque en las constancias policiales se anotará: “sin su cerradura y averiada a la altura del picaporte” y no se preguntará a su dueño si esa rotura era o no reciente.
Las llaves de la puerta principal, que se abre fácilmente, solo trabada por el pestillo, estaban sobre el escritorio. En la investigación que se iniciaría, el sereno declaró en sede policial y luego se esfumó.
Etchegoyen había salido de su casa e inmediatamente se dirigió a la oficina que compartía con Folchi. Éste, por su parte, aseguró que en los últimos tiempos apenas se veía con su amigo, pero el portero conocía perfectamente el auto de Etchegoyen, que para el instructor policial es un “Peugeot”.
Folchi afirmó también que solo mantenían una relación amistosa, pero el impredecible Antonietti declaró saber que eran socios. El término “socio” expresa una relación comercial. El hijo mayor de la víctima dirá que solo son amigos.
En su misma declaración ante la policía el abogado afirmó que “desde las dos últimas semanas lo había visto entristecido”.
La comisión policial muestra una insólita urgencia por llevar el cuerpo a la Morgue.
—¿Para que quiere que venga el médico, si esto es un suicidio?— dice el oficial a cargo.
—No importa lo que usted diga, carajo, no se mueve de aquí hasta tanto lo vea un forense— replica Pepe, nervioso, porque hay una profunda contusión en el nacimiento de la nariz, quizás ha sido maquillado, y, sobre todo, porque la muerte voluntaria es incomprensible en una persona que considera equilibrada y que de ningún modo se está tratando, como se dirá días después, por depresiones y angustias, agregando para que no queden dudas — ¡y quiero un juez ya!
El chico Laporta entra en el bar de enfrente y vuelve a pedir el teléfono.
—Soy yo, papá, el Indio se amasijó— afirma casi llorando, lo que produce del otro lado una exclamación.
¿Que Indio? Que estás diciendo?— responde el brigadier Laporta medio dormido, asombradísimo porque le cuesta recordar al tal Indio, y luego recibe unas cuantas explicaciones.
—Quedate tranquilo, yo me hago cargo— cumple su rol paterno Laporta padre. Y luego toma el teléfono para hacer dos o tres llamadas.
A las 8.35 arribó el juez Roberto Marquevich, junto con la secretaria Ramond. Inmediatamente exige revisar el lugar sin presencia de testigos. Intenta alejar a Pepe Del Campo, pero éste se niega.
Cuando Marquevich escale los peldaños judiciales hasta el fuero federal de San Isidro en reemplazo de Alberto Piotti, lo reemplazará su hasta ese entonces secretaria, la doctora Nora Ramond, muy preocupada por mantener un bajo perfil público.
En una dependencia militar, dos oficiales de guardia comentan el hecho con su jefe inmediato. Nadie aparecerá mientras actúe la Federal.
El coche bordó, conducido por Pepe Del Campo y al que no se le ha efectuado ninguna pericia, llega a la cercana comisaría. Entonces sí, un oficial toma nota de lo que encuentra en el interior del vehículo: tarjeta verde, seguro, cartas personales, cuentas.

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