lunes, 2 de agosto de 2010

6. Actuaciones policiales

“En la fecha, siendo las 05.55 horas, en circunstancias que recorría el radio jurisdiccional a cargo del móvil 115, en carácter de Jefe del Servicio Externo, fue desplazado por Comando Radioeléctrico al domicilio...” tipea maquinalmente en una Olivetti el oficial escribiente de la comisaría en el viejo edificio de la calle Suipacha... (barra espaciadora, punto y aparte)

“Que la puerta de ingreso al departamento se encontraba cerrada y trabada desde el interior”... y luego: “que la puerta de ingreso no poseía llave alguna del lado interno”... para continuar de este modo: “que el occiso vestía ambo gris con rayas, corbata rayada, camisa celeste, medias bordó y zapatos color negro... Que se procedió al secuestro de un revólver color metalizado, cachas de madera, marca Smith & Wesson, calibre .38 Special, cuatro cartuchos, una vaina servida que, comparada con los anteriores correspondería a un proyectil de punta hueca, una nota manuscrita, setecientos siete mil australes y doscientos quince dólares, un anillo alianza, un reloj análogo Peugeot, dos lapiceras Cross de metal plateado con la inscripción ”... se detiene el oficial escribiente y pregunta:

—¿Que será RCA?— pregunta no sabemos a quién el oficial escribiente, refiriéndose a la inscripción en el juego de lapiceras encontrado en el bolsillo superior derecho del saco del brigadier Etchegoyen.

—Este tipo estaba obsesionado con el ataque al portaaviones Invincible— el escribiente sigue describiendo todo lo hallado, incluyendo cuatro videocaseteras y la obsesión de Etchegoyen, una nota manuscrita describiendo el ataque al buque insignia británico por unas escuadrillas de Mirage.

Los viejos Mirage III fabricados por la francesa Marcel Dassault habían sido puestos en venta en 1986 con la intención de reemplazarlos por el Dagger, una versión del Mirage modernizada por la industria bélica de Israel. Cuando en 1991 el gobierno norteamericano le bajó el pulgar al BCCI de Gaith Pharaon, el amigo de Alberto Kohan, la consultora Price Waterhouse, que realizara el arqueo contable de la sucursal Miami, informó: "el banco se halla en una situación única para operar una red de recopilación de informaciones secretas, dado que trabaja con personajes como Noriega, Saddam Hussein, Marcos, el ex presidente peruano Alan García, el líder sandinista Daniel Ortega, el dirigente de los contrarevolucionarios nicaragüenses Adolfo Calero y los traficantes de armas Kashoggi y Al Kassar". Luego, la policía norteamericana secuestró un folleto de los Mirage argentinos en el que se destacaba una anotación manuscrita: "22 aviones incluidas seis turbinas de repuesto a un precio de 110 millones". En la resolución de cierre del BCCI, la Reserva Federal norteamericana concluyó que la compra de armas es uno de los recursos utilizados para justificar transferencias bancarias provenientes del narcotráfico. Aparentemente la Fuerza Aérea no quería dinero cash sino líneas de crédito para adquirir Dagger o los aún mas modernos Kfir, también israelíes.

Sigue tipeando el oficial escribiente de la Federal las actuaciones labradas en la comisaría 15ª de la calle Suipacha.

“...Una nota explicando las causales de su suicidio por razones de presión política por parte de amigos, una tarjeta del tipo para archivo manuscrita con la inscripción Assist-Card, carnet de la Asociación Argentina de Golf, tarjetas de crédito American Express, Visa y Chase, tarjeta impresa con inscripción J. & C. Lecumberry abogados”...

El abogado Jorge Lecumberry representa a la empresa Edcadassa en la Confederación de Depósitos Fiscales Privados de la República Argentina. Ingresó a la Administración Nacional de Aduanas en 1990 junto con el doctor Jorge Alfredo Mazzaglia. Ambos pertenecieron al círculo íntimo de Alfredo Nallib Yabrán y controlaban la repartición. Ambos son ampliamente conocidos en los pasillos tribunalicios: se los identifica como “los amarillos”, por su relación con la empresa postal del suicidado empresario.

La Confederación estará años mas tarde relacionada con la muerte del subcomisario Jorge Omar Gutiérrez, ocurrida el 29 de agosto de 1994, cuando viajaba en tren por Sarandí. Fue ejecutado con una modalidad clásica del asesinato: un hombre se le acerca de frente para agredirlo, la víctima descuida su espalda, pero el matador llega por atrás y le dispara en la nuca.

Gutiérrez estaba investigando un depósito fiscal, DEFISA, donde había un inusual movimiento de containers y autos importados, y cuyos directivos también lo son de Express Cargas. El asesino, protegido por la policía, fue Alejandro Daniel “Chiquito” Santillán, cabo primero de la Federal en la División Seguridad Ferroviaria. Junto con el Servicio Penitenciario Federal, esta sección de la Policía Federal cuenta con uno de los servicios de informaciones mas eficiente del país. Por vicios en el procedimiento, Santillán fue dejado en libertad a los dos años.

Express Cargas no solo trabajó para IBM, sino para Casa Piana en el sonado contrabando de oro y para Daforel en la exportación clandestina de armas a Croacia y Ecuador. Los mismos abogados que la defienden por la causa del oro, defienden a Emir Yoma y Daforel. 

El 20% de DEFISA está en manos de Ángel Ramini, amigo de Yabrán y dueño de Sky-Cop, virtual comando radioeléctrico policial privatizado. Ramini estuvo relacionado con el Bingo Lavalle a través del arquitecto Alberto Rossi, el mismo que refaccionó la Casa Rosada, la mansión de Anillaco y la Quinta de Olivos, y con la abortada instalación de un casino en la zona de Retiro, por el cual tanto abogó Gerardo Sofovich en “Polémica en el Bar”.

El socio mayoritario de DEFISA es Julio Ernesto Gutiérrez Conde, presidente de la Confederación de Depósitos Fiscales Privados que integra Lecumberry como representante de Edcadassa.

Durante la investigación del crimen del fotógrafo José Luis Cabezas el sistema Excalibur detectó numerosas conversaciones de telefonía celular entre Antonio Nallib Yabrán y Express Cargas.

Lecumberry posee actualmente lujosas oficinas en un loft ubicado en los rejuvenecidos docks de Puerto Madero, en Alicia Moreau de Justo 1120.

Folchi había llegado casi de inmediato a la oficina llena de funcionarios y policías. Pegó un repingo cuando vio sangre en la alfombra y especialmente en ese sillón que ahora estaba arruinado, pero no abrió la boca, porque su especialidad no es lo penal, sino el derecho aeroespacial. Solo se lamentó por el tapizado arruinado.

“Declaración de Mario Orestes Folchi, argentino, de 55 años de edad, domiciliado en Once de Septiembre 1878: ...que desde hace aproximadamente ocho años mantiene una relación de amistad con el brigadier retirado Rodolfo Etchegoyen, llegando incluso aquel a utilizar una oficina de su estudio... Mientras tipea, el escribiente saca cuentas. Si hace ocho años, fue mas o menos en la época de Malvinas, y continúa.

“Que a raíz del cargo de Administrador Nacional de Aduanas que ocupara Etchegoyen la presencia del mismo en las oficinas llegó a espaciarse, presentándose una vez por mes casi en calidad de visita...”

“Declaración del sereno Héctor Forziati, casado, 51 años: “...observó al llegar hora veintiuna aproximadamente al edificio a efectos de cumplir sus tareas habituales, el auto particular, estacionado, del brigadier...” que casi no concurría a esas oficinas, aunque conocía perfectamente el Renault 18 del militar retirado, un vehículo muy común en el Buenos Aires de esos días y típico de la clase media.

Continúa el especialista en derecho aeroespacial: “Que en las dos últimas semanas lo había encontrado un poco deprimido... atento a la declaración, el escribiente tiene prohibido sacar conclusiones, sólo está allí para escribir lo que relata el declarante, y continúa...y que siendo las 12.45 hs recibe las oficinas de plena conformidad, conforme lo dispusiera el magistrado interviniente”.

—Jefe, esta bala tiene un recorrido por demás extraño— sostiene el oficial de la sección Rastros.

En efecto, tras abrirse como un capullo produciendo la destrucción masiva del cerebro del suicidado, ha salido con un orificio estrellado por el parietal derecho, luego choca con el techo de yeso, rebota, vuelve a impactar en el techo de yeso, y cae fuera de la habitación, cayendo sobre el piso, mas allá del ángulo proyectado por la puerta, como si hubiera seguido una trayectoria semicircular o elíptica.

—Esperemos que el juez encamine la investigación, nosotros en este tema no nos movemos sin ordenes— explica el superior al oficial de la sección Rastros.

—Si, señor, pero le repito que tiene un recorri...

Rastros no termina la frase porque las puteadas del superior pueden significar un pase a la delegación de la Federal en Quitilipi, Chaco.

Durante toda la mañana el jefe de la Policía Federal había hablado al menos seis veces con el titular de Inteligencia de la Fuerza, brigadier Laporta. 

Al retirarse, Laporta pasará a formar parte del directorio de Edcadassa, la empresa que Yabrán ha armado para hacerse cargo de servicios que hasta ahora prestaba la Fuerza Aérea en los aeropuertos mas importantes del país.

“El (cuerpo) fue retirado del lugar y llevado a la Morgue Judicial por ambulancia de la Fuerza Aérea - Jefatura Militar, chapa patente oficial número 1968”. Quizás debió llevar el cuerpo un vehículo del CIPEC, quizás la aeronáutica tenía un último gesto con un oficial superior.

Escasas seis horas habían pasado, en las que las pericias policiales pudieron determinar sin dejar un resquicio de duda para los investigadores, que el brigadier Rodolfo Orlando Etchegoyen, ex - agregado en la Unión Soviética durante el conflicto de Malvinas, ex - piloto, ex-jefe de la Segunda Brigada Aérea con asiento en Paraná, ex - jefe de Regiones Aéreas y ex-Administrador Nacional de Aduanas, se había suicidado, deprimido por unas declaraciones injuriosas del Secretario de Ingresos Públicos Raúl Cuello.

—La Aduana es un queso gruyère— había dicho Cuello repitiendo lo sostenido veinticuatro horas antes por Jorge Matzkin, el influyente diputado por La Pampa que dirigía la estratégica Comisión de Presupuesto y Hacienda.

Cuando Manzano pasó a Interior, Matzkin lo reemplazó al frente la bancada de diputados oficialistas y mas tarde pasó a revistar como virtual número dos de la gestión de Carlos Vladimiro Corach en el ministerio del Interior. Para esos días, Matzkin ya se estaba construyendo una fastuosa mansión en La Pampa.

Aldo Elías Fuad, sucesor de Etchegoyen, empresario hotelero e integrante del círculo íntimo del presidente, afirmó que encontró la Aduana en estado calamitoso. Esto, veinticuatro horas antes de que se encontrara el cuerpo sin vida.

El oficial principal Lara tomará declaración al hijo mayor del que fuera en vida el brigadier Etchegoyen, que minutos antes ha charlado brevemente con el comisario.

—No busquen cosas raras— le aconsejó al hijo— o el juez no les entrega el cuerpo, pide otra autopsia. Mas adelante se verá.

Mas adelante.

—Se que desde su renuncia se deprimió y eso lo llevó a tomar la decisión de quitarse la vida— declaró el hijo pensando en las autopsias en general y en la de su padre en particular, y en la trágica circunstancia de su propio casamiento, y en la maldita burocracia.

El oficial principal tecleó en la máquina de escribir, unos minutos antes del cambio de guardia, para firmar rápidamente la declaración que autorizaba el inmediato retiro del cuerpo depositado en la Morgue Judicial.

Un hombre acongojado, un joven que acaba de declarar que su padre se suicidó, deprimido tras su renuncia a la intervención de la Aduana, repartición del Estado Nacional argentino, en el día del casamiento de su hijo mayor, es decir, de él mismo, como si alguna vez le hubiera importado dirigir esa repartición o las subfacturaciones o el sistema María o el Departamento Valoración o el mismísimo Cardarelli, el coronel de inteligencia que le traía los chismes de las valijas de Ezeiza pero no había descubierto mas que unas chucherías ocultadas por un par de turistas desprevenidos, una pareja de suecos un poco despistados.

La comisaría se apuró a caratular el sumario como “averiguación de suicidio”, antes de las veinticuatro horas de haberse encontrado el cuerpo, basándose en el informe del médico policial.

El mismo día 13 la oficina fue entregada a su propietario. Sin embargo, seis meses mas tarde todavía no se sabía si el proyectil encontrado correspondía al arma que había aparecido en la mano derecha del “damnificado”, eufemismo leguleyo de las prácticas policiales.

La burocracia policial tiene algunas singularidades: si se carátula “suicidio” es imposible tomar declaraciones, ya que no es un delito en el que haya otros imputados. Agregando el término “averiguación”, cabe realizar pericias.

Pero “suicidio”, para el sentido común implica cierto prejuzgamiento, por lo menos si hay datos confusos. ¿Por que no “averiguación de muerte dudosa”? ¿Por que tanto apuro? 


Fue entonces cuando el comisario recibió un llamado desde la calle Moreno.

”Ningún padre se suicida por motivos abstractos el día del casamiento de su hijo mayor” ensayó cerrar un copete el periodista de guardia en una agencia de noticias, el mismo que confesó off de récord que Meni Battaglia estaba relacionado con el Grupo Arcángel y el Comando María. Pero el suelto se perdió en la catarata de informaciones de ese diciembre de 1990, dando cuenta de la reciente visita del presidente norteamericano George Bush y las repercusiones del levantamiento carapintada en el edificio del Estado Mayor del Ejército.

Rodolfo hijo marcha en el recuperado Renault 18 Break chapa C-1416305 hacia el lóbrego edificio de Junín y Córdoba. Un Fíat Duna blanco con vidrios polarizados arrancó, cuarenta metros mas atrás, adelantándose lentamente por el tránsito de la calle Suipacha.

Más actuaciones policiales



El subinspector Colombo, a cargo del operativo policial en la calle Arroyo, escribe de su puño y letra el acta correspondiente, que luego, prolijamente pasada a máquina, será la base de su declaración en la comisaría.  Burocracia que en ocasiones permite la desaparición de pruebas, incluso por inoperancia.
—Pucha, olvidé mencionar el proyectil— diría el oficial luego de firmar el acta, y hacérsela firmar a los testigos, quienes, los testigos o el juez que ha arribado a las 8.45 hs, han advertido al citado oficial de la importante omisión cometida en su desempeño.
La bala, aplastada, había caído en algún lugar del hall de entrada, y todo el despliegue de la Federal estaba presente para consignarlo: especialistas de la División Fotografía, del Laboratorio Químico, de Planimetría, de Rastros, y también el médico policial.
Pero de todos modos, el plomo llegó al escritorio del oficial Colombo quien, tras una rapidísima inspección, declaró posteriormente que la bala “habría impactado previamente en uno de los vértices del techo de la oficina”, Luego se demostraría que eran dos las huellas de los impactos.
Los sargentos de la División Fotografía apuntaron su objetivo sobre el proyectil pero, inexplicablemente, olvidaron tomar una panorámica que permitiera determinar cuál era su exacta ubicación. Para eso estaban los expertos de Planimetría, para quienes la ventana de la oficina de la calle Arroyo estaba situada en el centro de uno de los lados y no cerca del vértice, como efectivamente había sido construida y allí sigue, imperturbable ante el paso del tiempo y los humanos errores.
Una de las fotografías obtenidas, apuntada al rebote del proyectil sobre la ventana, lo muestra claramente.
La mención adquirirá importancia cuando se analice la trayectoria del arma. El juez podría no haber observado en detalle la escena, y tampoco los policías, aunque esa era su función. El cuerpo estaba de espaldas a la ventana, sentado en un sillón con apoyabrazos, frente a un escritorio, y de frente a la puerta de la pequeña habitación.
Había una puerta averiada, sin la cerradura. 
En la comisaría no se preguntó al abogado Folchi si esa avería era o no reciente. En el plano efectuado por la policía, o en el informe de Rastros, tampoco se la menciona. La carátula del plano deja constancia de que se ha dibujado en escala 1:100, como "averiguación de suicidio", lo que para los pesquisas ya debía estar claro como el agua a las 6.45 de esa mañana del 13 de diciembre. No había pasado todavía una hora del hallazgo.
La muerte había sido constatada no solo por el médico policial sino también por un equipo del servicio de emergencia municipal, CIPEC, del Hospital Fernández.
Declararán esa misma mañana en la calle Suipacha el yerno José Alberto Pepe Del Campo Quintana, casado con Marcela; el abogado Mario Orestes Folchi, que en 1990 tenía 55 años de edad; y el hijo mayor, Rodolfo Gabriel.
El comisario Meni Battaglia decide dar por finalizada la instrucción y entrega las actuaciones en el juzgado. Ahora era el turno de Marquevich, comienza a moverse la lenta maquinaria judicial argentina.
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(Continuará)

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