jueves, 5 de agosto de 2010

12. El Cóndor se desploma


Cóndor (vultur gryphus): ave carroñera del orden falconiforme, familia cathartidae. Es pariente de jotes, buitres y cuervos. Lejanamente, de águilas, aguiluchos y halcones, aunque estos son cazadores por excelencia. Es proverbial su alto vuelo como el olor muy desagradable que despide por su contacto con restos animales en estado de putrefacción.



Antonietti se presentará ante el juez Marquevich acompañado por su abogado Pinto Kramer, “por las dudas”, recién el 23 de abril de 1991. Su declaración está en las antípodas de la de un virtual adversario de Etchegoyen, como fuera Crespo, quien evidenció cierta carga de perplejidad ante la muerte de su antiguo camarada. Es imposible averiguar cómo y por qué elige un juez las fechas de citación, pero exactamente en esa semana se estaban dando las puntadas finales del proyecto Cóndor.
En la noche del día 16, el ministro de Economía Domingo Cavallo dijo en Olivos y el presidente escuchó:
—Los Estados Unidos no apoyarán el plan económico hasta que no acabemos con el Cóndor. Pero existen otros problemas: la Aduana de Ezeiza, las empresas que pertenecen a la Fuerza Aérea y la falta de colaboración de los aviadores con la DEA para fotografiar pistas clandestinas. El  comandante Juliá no obedece al gobierno.
Respondió Erman:
—La DEA y la aviación han hecho operativos conjuntos en el sur de Santa Fe— además de negar cargos contra Juliá y defender las empresas del Turco Grande, don Alfredo, aunque no mencionó los problemas en Ezeiza porque se acababa de destapar el caso Amira, las valijas con dos millones de dólares en billetes de baja denominación.
Según la revista “Somos”[i], cuya vinculación con los servicios era harto conocida, “varios  brigadieres en actividad desplegaron argumentos tendientes a demostrar que ambos pasos (Cóndor y colaboración con la DEA) formaban parte de una misma estrategia, cuya responsabilidad atribuían directamente a la embajada de los Estados Unidos. Según estas fuentes —sigue Somos— esta estrategia apuntaría sobre todo a golpear a la conducción del arma (Juliá) para desestabilizarla por su firme decisión de no ceder ante las presiones internacionales en su objetivo de desarrollo tecnológico autónomo”.
Se referían naturalmente al Cóndor, aunque lo de “desarrollo tecnológico autónomo” era una exageración, ya que la Fuerza Aérea, excepto en lo referido al combustible sólido, compró tecnología importada —en el Proceso nadie rendía cuentas a nadie sobre el dinero gastado— y se opuso a generar un auténtico proyecto de investigación y desarrollo independientes en la parte electrónica, que es lo que realmente importaba. Poseer capacidad para soldar tubos sin costura (tecnología emparentada con la industria petrolera y que aquí habían desarrollado sucesivamente Siam, Dálmine e Impsa, y que luego se recicló en el negocio del GNC, gas natural comprimido para automotores), mezclar componentes químicos derivados de fertilizantes con máquinas de tecnología alemana no nos haría enemigos mas temibles para los gurkas de la Royal Army británica.
Resultaba extraño que se asociara el Cóndor, un proyecto militar, con la lucha antinarcóticos. Para Cavallo[ii], sin embargo, la asociación no era con drogas sino con la venta del IA-63 Pampa a los Estados Unidos.
Según el ex - ministro, Juliá hacía creer a los Estados Unidos que el proyecto se había paralizado por problemas en el interfase del guiado y control de vuelo, y ofrecía no seguir adelante si las fuerzas armadas del país del norte nos compensaban adquiriendo 100 Pampa de entrenamiento avanzado, lo que bien podía calificarse de “proyecto faraónico” teniendo en cuenta el ritmo productivo de la planta cordobesa que los armaba. Existían, claro, otras alternativas: inyección de capitales y tecnología de empresas norteamericanas como Lockheed, Douglas, Boeing. Los Pampa también podían construirse o armarse en plantas ubicadas en Estados Unidos.
Para los críticos de Cavallo, él había comprado la visión de la CIA, la que hacía creer que ellos no sabían lo que sí sabían. Lo cierto es que en una visita de funcionarios del Departamento de Estado a la planta ultra - recontra secreta de Falda del Carmen, cerca de Alta Gracia, en Córdoba, los argentinos advirtieron: 1) que los visitantes no eran científicos sino espías, y 2) que conocían los mas mínimos detalles sobre las características del complejo, las maquinarias existentes y los cajones lacrados con inscripciones en alemán que contenían partes inteligentes del misil.
Durante la guerra de Malvinas era asombroso el conocimiento que entonces tenía el adversario sobre los planes argentinos.
Pero existía otra explicación posible: que alguien muy relacionado con el gobierno argentino hubiera vendido algunos misiles, usando el MTB Bank dirigido por Bob Bartolomew, el anterior secretario de asuntos para el desarme de la administración Bush, y tanto la explicación de Cavallo como lo expresado por supuestos  brigadieres a Somos no fueran sino movidas secundarias, cortinas de humo de una política que seguía inexorablemente su curso, y en la que podía estar implicado el grupo Yabrán-Yoma. ¿Cómo defenderse de la acusación de que en los cajones lacrados con material sensible y ultra secreto no se transportaban substancias u objetos extraños?
O, en general, que la misteriosa entrada y salida de bultos conteniendo secretos militares, utilizando por ejemplo, los aviones sin matrícula que se movían en las zonas controladas por Yabrán y sus empresas, no fueran sino la tapadera de un negocio de drogas en gran escala.
Y el conocimiento de esstos movimientos bien pudo matar a Etchegoyen.
En diciembre de 1993 una camioneta de United Airlines que transportaba 161 kilogramos de manufacturas de oro hacia el Boeing del vuelo 976 con destino New York fue asaltada al salir de los depósitos de Edcadassa. Los que investigaron el caso encontraron sospechosas conexiones con integrantes del Servicio Penitenciario Federal y la empresa Zapram, del grupo Yabrán. Lo realmente extraño fue que el asalto hiciera público el negociado del oro de Casa Piana, porque a ella pertenecían tales manufacturas. Enrique Piana fue defendido por los abogados de Yabrán y la United nunca pagó el seguro. Para la revista "Noticias", Piana acabó negociando un acuerdo con la DEA y el FBI, reconociendo su papel de "correo" de narcobilletes, en gran escala.


Final imprevisible
En enero de 1991 Irak lanzó contra Israel viejos e imprecisos Scud rusos de combustible líquido y una sola etapa, todo porque no había llegado a poner a punto las instalaciones donde se ensamblaba el Badsr-2000, que, como comprobó posteriormente una misión de observadores de las Naciones Unidas (UNSCOM), era una réplica del Cóndor II e incluso tenía ciertos insumos de ese origen.
Para los observadores, Badsr-2000 (nombre iraquí), Cóndor II (argentino) y SM-MOSS Delta (sigla del proyecto alemán) eran la misma cosa. Además, las fábricas iraquíes eran una réplica exacta de las existentes en la Argentina. Y no solo era cuestión de opiniones: los científicos de la ONU fotografiaron misiles Cóndor de origen argentino y Scuds con partes de aquel.
Según un informe secreto provisto por estos observadores que analizaron detalladamente la composición del Badsr iraquí, el sistema de control y guía de origen francés (Sageme) había sido importado desde Egipto y Argentina, lo mismo que el combustible de la primera y segunda etapa, aunque —dijeron los funcionarios— parecía que desde Falda del Carmen no había llegado la fórmula completa y los misiles irakíes tenían problemas en el despegue.
En cierta oportunidad corrió la versión de que los motores de Cóndor exportados a Egipto en máximas condiciones de protección militar no estaban cargados con esa fórmula secreta de combustible sólido que desvelaba a los pilotos argentinos, combinación de derivados de amonio con aluminio, sino con aserrín. ¿Para que entonces tanta seguridad y secreto rodeando los vuelos de los Hércules que partían de Ezeiza? 
Un testigo del encuentro habría afirmado que a fines de los 80 se realizó una reunión decisiva entre Al Kassar, Yabrán, el  brigadier Crespo y un allegado a la familia Yoma a fin de discutir el modo de ubicar tecnología del Cóndor II en Medio Oriente.
Crespo siempre desmintió haberse reunido con el empresario postal suicidado en Entre Ríos. Pero el abogado Franco Caviglia afirma guardar celosamente pruebas en contrario: presentó ante la justicia un sobre lacrado con el nombre de un ex - agente de inteligencia que habría sido testigo de la reunión.
    Sin Malvinas, quizás otro hubiera sido el destino del Cóndor, tanto como del Tanque Argentino Mediano, los aviones Pampa y Pucará, los submarinos construidos con patente alemana y otros proyectos del complejo militar-industrial. Pero la decisión de invadirlas derribó de un plumazo cualquier supuesta racionalidad que intentara fundamentar la existencia de una industria bélica. Además, para la mayor parte de los oficiales que intervinieron, las razones patrióticas marchaban muy pero muy a la zaga de las cuentas numeradas en Suiza con montos que dejarían en un segundo plano el affaire IBM-Banco Nación .
  Para los que vendían los proyectos era mucho mas fácil repartir los beneficios entre unos pocos, porque las fuerzas armadas son instituciones jerárquicas y el pataleo durante el Proceso bien podía significar la muerte: Elena Holmberg, Hidalgo Solá, Edgardo Sajón, el empresario Branca.
   Con la vigencia de la democracia, claro, todo se complicó.

Ezeiza

El sirio Ibrahim al Ibrahim había sido nombrado funcionario aduanero con sede en Ezeiza durante la administración del comisario retirado Forns, el riojano que había estado del lado de Menem en sus sonadas disputas, mas privadas que institucionales, mas conyugales que políticas, con el entonces jefe de policía provincial, Héctor García Rey, que además estaba catalogado como torturador en el informe de la Conadep. Según el informante Guillermo Cherashny, columnista estrella de “El Informador Público”, el sirio “siempre tuvo altercados” con Forns y “mantenía vínculos con una abogada catamarqueña llamada Lila Safe”, Además “estaba vinculado con dos empresas dedicadas al tráfico de caudales y al transporte de correspondencia”.
Al asumir su cargo, Etchegoyen sumó a beneficio de inventario la presencia del ex - marido de Amira Yoma como integrante del plantel aduanero. Menem había facilitado el nombramiento del sirio (que obtuviera en marzo del 89 y en tiempo récord su ciudadanía argentina y un pasaporte diplomático) aunque las vacantes en el Estado habían sido congeladas, es decir, transgrediendo la ley mediante un decreto “de necesidad y urgencia”.
¿Cuál era esa necesidad y urgencia tratándose, como en este caso, de un ex - coronel del ejército sirio que casi no hablaba castellano? Ibrahim, a quien un informe de la SIDE lo señalaba como instigador del asesinato de Etchegoyen, no había cortado su relación con los Yoma. Y para Rogelio García Lupo, los Yoma no eran sino los agentes comerciales del misil Cóndor en Medio Oriente.
En junio del 90, la Aduana organiza un seminario regional sobre entrenamiento de control de drogas auspiciado por la embajada de Estados Unidos y la DEA. Instructores de ese país asesoraron al personal argentino. El interventor pronunció un discurso durante la clausura del encuentro, afirmando:
“Sabemos del enorme poder de los carteles de la droga, de su capacidad económica, pese a lo cual ellos saben que serán derrotados, al extremo que su forma de vida es permanecer ocultos por las sombras de sus crímenes, al margen de las leyes, despreciados por la sociedad. Pero con fe inquebrantable les demostraremos que desde nuestras fronteras estamos decididos a mantener limpios nuestros países y sanas nuestras juventudes”.
Al menos en tres oportunidades, Etchegoyen se reunió con el agregado adjunto de la filial local de la DEA, James Miller; con el jefe de la estación, Ernesto Batista, y con el jefe de Relaciones Públicas, Willam Ruzzamenti.
El juez Marquevich preguntó al chofer Roselli si en alguna oportunidad había llevado al  entonces administrador de Aduanas al edificio de la embajada de los Estados Unidos:
—No, no lo recuerdo. Jamás estuvimos allí.
La respuesta parecía querer decir: no se, nunca lo llevé a ninguna parte.
Salvador Roselli confesó al hijo, José Ignacio, que (el “suicidado”) estaba yendo muy seguido a Ezeiza.
—Mi padre tenía reuniones con personal de la embajada norteamericana, específicamente con la DEA —declaró el hijo recién casado, Rodolfo Gabriel. Y agregó:
—Mientras él estaba al frente de la Aduana, me encontré con el presidente de Assist-Card, Nicolás Kglevich, quien me comentó que lo vio comiendo con gente de la DEA en un restaurante cercano a la embajada.
Funcionarios de la embajada de los Estados Unidos dijeron desconocer las reuniones que habría tenido el fallecido interventor con agentes locales de la DEA. El titular de Assist-Card, entrevistado por la prensa, desmintió terminantemente haber dicho algo semejante al hijo de Etchegoyen, agregando que no sabía nada de la DEA ni de sus agentes locales.
Al mismo tiempo que Etchegoyen pronunciaba su discurso en el Círculo de Oficiales de la Fuerza Aérea ante inspectores aduaneros y funcionarios estadounidenses de la agencia anti-narcóticos, la policía de Madrid y el juez español Baltasár Garzón estaban investigando los movimientos de una banda que introducía cocaína desde la Argentina.
En la Aduana se hacía poco o nada por combatir el narcotráfico. En realidad, si nos atenemos a los antecedentes de Roberto Oreja Fernández y Alfredo El Turco Hanze, que manejaban los hilos aduaneros hasta 1990, bien se podía decir que la repartición estaba a su servicio.
No era posible acabar con la inoperancia de un día para otro, sobre todo si se nombraban funcionarios ineficaces. En marzo del 90 se integra al coronel retirado, Nedo Otto Cardarelli, en funciones de inteligencia aduanera.
En agosto de 1990, Alberto Kohan realizó un  misterioso viaje a Sudáfrica. Según declaró después,  para reunirse con Nelson Mandela.
Periodista: ¿En cuanto al tema de la venta de armas, que tiene para decir?
Kohan: No nos tenemos que sonrojar. En los países mas adelantados del mundo también se producen armas. ¿Por qué no puede ser uno de nuestros objetivos? En la medida en que podamos, vamos a colocar armas en otros países.
Enseguida colocó en la embajada argentina en Sudáfrica a su amigo, el ex - rugbier Hugo Porta. Ni él ni su protector exhibían demasiadas inquietudes por la alta política.
En agosto ingresa a la repartición Jorge Ariel Luengas como jefe del Departamento Drogas Peligrosas.
La historia de Luengas es sumamente curiosa y al parecer se hizo pública de pura casualidad. Separado, padeciendo problemas económicos, Luengas, que había prestado servicios en la SIDE, frecuentaba el Ministerio del Interior. Alguien le ofreció integrarse a la Aduana pero con la exigencia de presentar título de abogado. El personaje habrá abierto su agenda telefónica, en la letra “te”, y bajo el título de “proveedores de falsos títulos universitarios” dio con un oscuro policía que tenía un depósito de chatarra en la zona de los desarmaderos de la calle Warnes. El policía lo recibió con una pistola en el cinto. A cambio de una suma de dinero que superaba con creces lo que podía aportar un hombre que padecía de falta de efectivo, Luengas pagó el título, que desde entonces lo acreditó como flamante abogado recibido en la Universidad del Salvador con notas sobresalientes, cum laude. El timo, según se sabe, no duró demasiado. Este hombre estaba a cargo de la sección Inteligencia del Departamento Drogas Peligrosas.
Casi contemporáneamente con la incorporación de Luengas, viaja a Buenos Aires un personaje del narcotráfico conocido como Andy de la Cruz y en un vuelo de línea de American Airlines procedente de Miami, los pasajeros VIP Ibrahim al Ibrahim y Amira Yoma, funcionario aduanero y Directora General de Audiencias de la Presidencia de la Nación respectivamente, que introducen por Ezeiza, sin declarar, cuatro valijas Samsonite de color azul con 2 millones de dólares en billetes de baja denominación. El equipaje es cargado en un Peugeot 505 cero kilómetro color metalizado que un narcotraficante llamado Ramón Puentes ha comprado en el Carrefour de la Panamericana, al contado.
Al despacho del interventor llegan informaciones que permiten realizar el Operativo Carbón Blanco. Con destino final Alemania, la cocaína estaba disimulada en paquetes de combustible fósil procedente de Bolivia. Alemania también era la sede desde donde se manejaban los hilos del guiado electrónico del misil Cóndor, a través de subsidiarias de la empresa semi-estatal Messershmidt. El dato, aparentemente, venía de Ernesto Batista, el jefe local de la DEA, y hay 16 detenidos.
El abogado Gustavo Béliz era un joven sobresaliente, sin experiencia política, que se estrenó en el menemismo escribiendo prolijos discursos presidenciales, todos de alto vuelo ético.
—Gustavo, proponele al Camello que organice un regimiento de comandos para controlar el narcotráfico— ordenó Menem.
—Sí, jefe, pero sabemos lo que él opina.
—¿Que es lo que opina, Gustavito?
 —Para él, el fenómeno de la droga y la guerrilla izquierdista están íntimamente unidos. Dice que Sendero Luminoso y Tirofijo protegen a los pequeños productores de coca para que no queden a merced de los traficantes norteamericanos.
—Vos andá y decile que sí— ordena Carlos, que ha imaginado cómo sacárselos a todos de encima: a ese coronel místico de origen druso que trabajó para Noriega con "Los Machos del Monte", y al colaborador, a quienes ya algunos en la Casa Rosada han puesto el mote de “Zapatitos Blancos”[iii], y sobre todo, porque desde años atrás rumia como acabar con la influencia del huracán Zulema.

Durante esos meses, Etchegoyen inaugura una aduana Seca en San Luis, atropella contra cierto armador (Unitankers Naviera) que utiliza el buque Punta Dúngenes para el transporte internacional, aunque ha sido importado expresamente bajo los beneficios de la promoción industrial de Tierra del Fuego (sin pagar impuestos). Advierte que la Aduana es una repartición inmanejable, que el Estado es un organismo enfermo, y apuesta a las privatizaciones. En abril otorga por contratación directa a Edcadassa, la empresa del Turco Grande, la venta de rezagos de Aduana del puerto de Buenos Aires y las terminales aéreas Córdoba y Ezeiza.
Sus críticos dirán que la empresa que ha armado Yabrán con los  brigadieres se queda con un porcentaje de las ventas muy superior al que tradicionalmente quedaba en el Banco Ciudad.
—Se tramitó en mano— dicen.
 La comisión que se llevaba el rematador, sin experiencia en la materia, era del 45% de lo rematado. Esa tarea había estado hasta el  momento en manos del Banco Ciudad, que cobraba el diez por ciento.
Entretanto, Argentina vive muy agitada: en abril, desde una radio, Bernie organiza un acto en Plaza Mayo, en apoyo de la campaña privatizadora. Constancio Vigil anuncia desde “Somos”, la revista tan ligada al gobierno y a los servicios de inteligencia militar, que el Presidente se ha separado de Zulema. El  brigadier Juliá suscribe el contrato por el que se otorga, también a Yabrán, el servicio de rampa del aeropuerto de Ezeiza. Luego Un Menem alicaído asiste al Te deum de la Catedral, el día de la Patria, sin bastón ni banda presidencial, secuestrados por Zulema. En mayo trasciende de buenas fuentes que Zulema fue golpeada en Olivos por un esposo irascible, quien, se dice, tiene un ardoroso romance con la vedette Yuyito González. Gostanián, el Gordo Bolú, le regala un piso en la avenida del Libertador, porque el Presidente se ha quedado sin residencia. Antonietti desaloja a Zulema de Olivos. El ministro Bauzá anuncia que se ha desbaratado una banda de un centenar de policías federales —“Los Arcángeles”—  especializados en inteligencia y devotos de las ideologías de ultraderecha.
Entonces, el interventor decide investigar por su cuenta, luego que “los desconocidos de siempre” aflojaran las tuercas que aseguran las ruedas del automóvil oficial. Esa mañana el  titular de la Aduana había ordenado telefónicamente que el chofer tuviera el vehículo listo frente a su casa para viajar a Ezeiza a primera hora.
Según relató su familia, llegó a esconder expedientes de importación en su casa, acaso porque desconfiaba de sus asesores de confianza; obsesionado, se abastecía de su propios saquitos de te y azúcar, porque temía que lo envenenaran.
—Le ordeno que desde hoy se lleve el auto a su casa —ordena medio en broma el  brigadier retirado al chofer para alejar en el civil el fantasma del pánico— no lo deje nunca en el estacionamiento de Paseo Colón, la cosa aquí se está poniendo pesada.
Cuando enfilaban por Tres de Febrero hacia Lacroze, el ruido en las mazas de las ruedas los alertó.



[i]SOMOS del 22 de abril de 1991.
[ii]CAVALLO Domingo: “El Peso de la Verdad”, Ed. Planeta, cap.”El negocio de las armas”.
[iii]Según parece, el apodo fue sugerido por Kohan, que lo explicaba tras leer “Yo, Claudio” del inglés Robert Graves. Cuenta Graves que el centurión Casio Querea, matador de Calígula, decidió el magnicidio cuando el emperador comenzó a tratarlo de afeminado porque le dijeron que Casio había llorado durante una sesión de tortura a una niña llamada Quintilia. “Casio solía ir a ver a Calígula todos los días, al mediodía, para pedirle el santo y seña. Hasta entonces siempre había sido ‘Roma’ o ‘Augusto’ o Júpiter’ o ‘Victoria’, o algo por el estilo. Pero ahora, para fastidiarlo, Calígula le daba contraseñas tan absurdas como ‘Cordones de corsé’, o ‘Amor a montones’, o ‘Tenacillas de rizar’, o ‘Bésame, sargento’ y Casio tenía que transmitirlas a sus oficiales y soportar sus burlas. Decidió matar a Calígula”. Tratándose de Béliz, era sugestivo el humor de Kohan.  

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