miércoles, 4 de agosto de 2010

10. Cóndor: ave carroñera

Entre 1986 y 1987 había salido rumbo a Egipto 12 motores del misil Cóndor, transportados por aviones Hércules C-130 de la Fuerza Aérea en seis vuelos. Envueltos en cunas de metal y rodeados de gas inerte para impedir la explosión, los motores se cargaban en el aeropuerto de la Escuela de Aviación en Córdoba, pero salían de Ezeiza con visa de la Aduana. En los manifiestos de aduana constaba el rubro “motores” y obviamente nadie debía meter la nariz.

El combustible sólido de los cigarros bélicos se cargaba en la planta secreta de Falda del Carmen con infinitas precauciones, ya que una falla podía producir una explosión monumental. En un primer momento fue Pescarmona el que realizó las decisivas soldaduras de los cilindros (el largo total del artefacto era de unos 16 metros) que semejaban gigantescos tubos sin costura. Los denominados motores son en realidad caños rellenos de combustible sólido, con un par de toberas y aletas en el extremo, a los que posteriormente se le agrega una cabeza explosiva y el sistema "inteligente", con forma aerodinámica.

Cabe preguntarse si tan extremas medidas se seguridad no servían también para enviar otros productos de fácil comercialización.

Mientras Etchegoyen estaba al frente de la Aduana, el tema del Cóndor era discutido dentro del gobierno y con las autoridades de los Estados Unidos. La opinión pública no había sido informada debidamente:

—El 21 de abril el ministro Humberto Romero anuncia que el proyecto ha sido congelado.

— En mayo (según la versión de Domingo Cavallo) funcionarios del ministerio de Defensa de Egipto y de la Fuerza Aérea argentina acuerdan desactivarlo.

—En julio viaja a Libia Mario Rotundo con el mayor Breide Obeid designado por Seineldín para tratar los aportes de campaña y las promesas sobre venta del Cóndor II. Un mes mas tarde, Irak invade Kuwait.

—El 10 de setiembre, el embajador Terence Todman recibe una orden ejecutiva de la Casa Blanca para que se entreviste con todos los funcionarios argentinos involucrados y presione para acabar con el Cóndor II.

—En una sesión secreta en el Congreso del 18 de setiembre, Cavallo afirma que Irak está involucrado en la construcción del misil y que eso impedirá la llegada de capitales al país. Menem decide participar activamente en el cerco militar norteamericano y ordena el envío de buques de la marina de guerra al Golfo Pérsico.

Sin embargo, en noviembre de 1990 ingresa por Ezeiza, desarmada y transportada en un Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina, la fábrica de colas basculantes del misil, adquirida en Italia a una empresa del grupo Fíat, con todos los manifiestos aduaneros en orden. La fábrica había sido adquirida por el brigadier Crespo cuando se advirtió que el grupo empresario italiano quería deshacerse de las colas de la versión anterior, ya construidas, por presiones cruzadas de su gobierno y el norteamericano. El sistema basculante modernizaba las colas de tipo cardánico con que estaban provistos los Cóndor primitivos.

—No van a poder sacarlas por la frontera— dice un gerente italiano.

—Entonces desármeme la fábrica. Le compro todo.

Este diálogo se produjo en algún momento de mayo de 1988. Crespo y el empresario Schrotz estaban hablando con Mario del Papa y Vittorio Baglini, directivos de Rata, la subsidiaria de SNIA-BDP, del grupo Fíat. Cuando todo estaba listo apareció otro imprevisto: los despachantes de la “dogana” italiana husmearon un negocio ilegal y hubo que coimearlos generosamente con dinero del Estado argentino.

Desmontar la fábrica y embalarla en containers llevó casi dos años. Fíat quería sacarse de encima la cuestión Cóndor. Sin embargo, el envío llega a Ezeiza cuando según todas las autoridades, el tema del misil ya era cosa del pasado.

Etchegoyen renuncia el 7 de noviembre y el 13 de diciembre de ese año es encontrado sin vida.

El 28 de mayo de 1991 se producirá un curioso atentado en Ezeiza: una grúa se desploma sobre el Boeing 707 adquirido a Israel como AWACS, de vigilancia electrónica avanzada, otro de los proyectos secretos esbozados luego de la derrota de Malvinas por los comodoros que lucharon en las islas. El AWACS estaba bajo la dirección del brigadier Petrich, que sostenía una relación conflictiva con el jefe Juliá.

El 4 de mayo, Cavallo exige que se dinamite Falda del Carmen.

En un reportaje efectuado el 7 de mayo de 1991 se produce el siguiente diálogo:

—Periodista: ¿El misil Cóndor fue dejado de lado para siempre?

—Erman González: la palabra siempre no existe.

Durante la gestión de Etchegoyen entraron por Ezeiza, con manifiestos de Aduana, la fábrica desarmada de las colas basculantes, doce equipos Sagéme de producción francesa, parte inteligente del misil o estabilizador de vuelo; los Trans Vector Control, que conforman la interfase de guiado y control de vuelo; computadoras MBB; los insumos químicos necesarios para mezclar el combustible sólido y el recubrimiento tipo epoxi que impide el recalentamiento de la proa del sistema balístico; los sistemas de control de empuje; cabinas de control de misión; computadoras Hewlett Packard de control de misión y diagnosticadores de carga útil. Los insumos, en todos los casos, llegaban irregularmente porque eran adquiridos irregularmente en las empresas armadas por los brigadieres. Por ejemplo, figuraba una universidad argentina como compradora, que dedicaría determinado elemento “para investigación pura”.

Nunca se supo si la totalidad de los Cóndor fue desarmada, o si, como dicen algunos informes de la Fuerza Aérea, hay dos misiles completos, escondidos en algún lugar del país, o si en realidad se alistaron más, que, o bien se hallan en el país, o bien fueron vendidos a otros países.

Parte de estos elementos fueron mas tarde enviados, en casi ochenta contenedores, a la base militar norteamericana de Rota, en España, por el transporte de la Armada ARA Bahía San Blas pero Estados Unidos siempre reclamó que algunos habían quedado en Argentina o desaparecido en el viaje. También “se perdieron” los planos y el software del proyecto.

Entrevista periodística a brigadier en actividad no identificado, el 7 de agosto de 1991, a los periodistas Julio Villalonga y Eduardo Barcelona:

—La Fuerza Aérea jamás tuvo intención o ganas de parar el Cóndor II.

Pilotos ante Marquevich


Mario Alfredo Laporta, brigadier en actividad, titular de la Jefatura II (Inteligencia) de la Fuerza Aérea Argentina, es notificado de su citación el diecisiete de diciembre. Desde el edificio Cóndor se responde al Poder Judicial que “aparentemente se encuentra en el interior del país”. Pero no, se presenta ante Marquevich a las 8 de la mañana del día siguiente.

Ciertamente, el juez no está obligado a explicar por que cita a uno u otro testigo, aunque en principio varios elementos lo justificaban: era el padre de Martín, amigo de los hijos de Etchegoyen, y Martín acompañaba a Pepe Del Campo cuando Etchegoyen fue encontrado sin vida. La ahora viuda había acudido precisamente a él cuando la ausencia de su esposo se convirtió en angustia. Sobre todo, porque era el jefe del Sifa, el servicio de inteligencia aeronáutica, en cuyo caso o se estaba efectuando una investigación paralela sobre las causas de la muerte o al menos se podían barajar hipótesis. En suma, Laporta tenía que saber.

Lo mas importante de sus declaraciones es lo que sigue:

—No lo frecuentaba. Cuando fue nombrado perdí contacto con él. Lo vi por última vez hace tres meses, en un casamiento.

Durante ese encuentro casual, Etchegoyen todavía no había renunciado.

—Me enteré de su dimisión por los diarios, y al día siguiente me comuniqué con él a fin de solidarizarme. Él simplemente me agradeció pero no formuló ningún tipo de comentarios —agregando— pude percibir un estado emotivo derivado de su renuncia.

La hipótesis de la depresión, del tratamiento psiquiátrico en el Hospital Aeronáutico Central.

—Nunca mas lo vi— sostuvo.

Un ejecutivo del correo privado Federal Express (FedEx, de origen norteamericano) fue amenazado en la Panamericana, y fuentes de la embajada de Estados Unidos sostuvieron que estaba implicada gente del SIFA (Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea)[i]. El caso fue incorporado al memorándum presentado por el embajador Terence Todman que se conocería como Swiftgate.

La noche del 12 de diciembre de 1990, Etchegoyen había salido de su domicilio en la calle 3 de Febrero sosteniendo que debía concurrir a una reunión con personas que no identificó. Tampoco había aclarado que se trataría en ella. En un día como ese, en que toda la familia celebraba el casamiento del hijo mayor, debía resultar muy importante como para que no se la postergara.

Esa incongruencia produjo cierta inquietud, especialmente en la esposa, que no podía desconocer los pormenores de la situación que habían desembocado en su renuncia a la conducción de la Aduana.

Laporta sostuvo frente a Marquevich:

Se me dice que los amigos con los que presuntamente había dicho que debía encontrarse, manifestaron que en realidad tal reunión estaba prevista para la semana entrante.

He aquí uno de los ejes de este suceso.

Debía haber cierta reunión, a esa reunión concurrirían personas conocidas por Etchegoyen pero también por Laporta, y éste parecía estar ansioso por aclarar ante el juez que esa reunión no se había realizado.

En un informe elaborado aparentemente por un sector de la SIDE se acusa a Luis Alberto Martínez, (a) El Japonés, como autor del asesinato de Etchegoyen. Ex - sargento primero de la Policía Federal, integró el grupo de tareas 4 de la Superintendencia de Seguridad Federal -antes Coordinación Federal y actualmente DPOC- desempeñándose simultáneamente en el batallón 601 de Ejército, donde se lo conocía como Luis Mónaco. Fue detenido en Ginebra junto a Sánchez Reisse y Rubén Bufano, el defendido del ex - juez Pinto Kramer, por el secuestro extorsivo del financista Koldbosky. Martínez reconoció ante un juez de Suiza su participación en la guerra sucia (para reivindicarse o establecer cierto status beligerante) y dijo haber visto en una celda policial, vivo pero malherido, al asesinado escritor Haroldo Conti. El 18 de julio de 1994 se hallaba casualmente en las inmediaciones de la Amia, donde fue herido, por lo que cobró 5.000 dólares de indemnización otorgada por el gobierno. La especulación, al fin y al cabo, no era tan caprichosa como podría parecer. Mónaco o Martínez pertenecía a la banda que integraba Sánchez Reisse y Bufano, y Bufano había sido defendido por el abogado Federico Pinto Kramer, el mismo que acompañara al funcionario menemista Antonietti cuando se presentó en el juzgado de instrucción nº 37 a cargo del doctor Marquevich para declarar en la investigación de la muerte de Etchegoyen. El azar quiso que, cuando fue investigada la participación de Martínez en la Amia, éste citara al periodista Juan Salinas en la esquina de Arroyo y Suipacha, a pocos metros del edificio donde apareció el cuerpo del brigadier. También por puro azar, el patrullero o móvil 115 de la Policía Federal que se alejó de la embajada de Israel unos minutos antes de la explosión, fue el mismo que usaron los policías que dirigieron el allanamiento de la calle Arroyo 845 esa noche del 13 de diciembre de 1990, ante Pepe Del Campo y Martín Laporta. Según dicho informe de espías (para algunos, de la Gendarmería y no de la SIDE) el equipo de matadores de Etchegoyen se completaba con el Fafa Pitana y Mario Hugo Cárdenas, ex - represor de la Esma uno, y delincuente común vinculado a los servicios el otro.

El juez no preguntó a que amigos se refería, o si lo hizo, sus nombres no quedaron asentados. Pero, por encima de todo ello, queda en pie lo que se intentó tapar en diez años de investigación: debía haber, efectivamente, una reunión.

Marquevich puede haber solicitado que aclarara:

—¿Que significa “se me dice”, brigadier Laporta? ¿Quién le ha dicho que esa reunión en realidad no se produjo? ¿Quién le dicta lo que debe declarar ante un juez? ¿Quien tiene relación con esos amigos? ¿Por que debería haber una reunión?

El dato no es menor. Aunque hubo disidencias en los peritajes, la muerte se produjo antes de las doce de la noche. Si había habido un encuentro, entonces solo existían dos alternativas: murió en el curso de esa reunión, o inmediatamente después. Con lo que crecían las probabilidades de asesinato o suicidio inducido. El resto de los datos (fractura de huesos, ausencia de tatuaje de pólvora en las manos, los datos de la personalidad del muerto que el juez había podido recolectar entre quienes ya habían concurrido a su despacho, etc.) al menos poseían entidad como para sondear que era eso de una reunión.

En definitiva, si Etchegoyen era solo (o apenas) un brigadier retirado cuyo futuro previsible se limitaba a descansar, cobrar el retiro y conseguir un nombramiento en algún cargo mas o menos honorífico (en alguna sociedad anónima, en un organismo internacional, etc.) ¿por que debían existir urgentes reuniones?

Tras su retiro, Laporta pasó a ser uno de los brigadieres de Yabrán junto con otros camaradas: los comodoros Jorge Ricardo Ruiz, Guillermo Sebastián Palacio, Antonio Refosco: los brigadieres Carlos Gramajo, Juan Carlos Cuadrado, Segurado, Sambrizzi. Laporta no era uno más en el pelotón de oficiales ansiosos por pasar a la actividad privada: llegó al directorio y luego a la presidencia de Aylmer S.A., la empresa de Yabrán propietaria de centenares del inmuebles —en todo el país— donde recalaban sus distintas actividades comerciales, reconocidas o no: Oca, Ocasa, Villalonga-Furlong, Skycab, Transportes Vidal, Bridees, etc. El doctor Franco Caviglia denunció que, mientras era jefe del SIFA se contectaba con el círculo de Yabrán a través del comodoro Ricardo Quellet.

En esas parcas, excesivamente parcas declaraciones, el Jefe de Inteligencia, que por su misma actividad no podía desconocer las implicancias políticas e institucionales de lo que se estaba tratando, a saber, la muerte de un oficial superior de la Fuerza por disparo de arma de fuego en la boca, sugiere que algún tipo de investigación realizó, que la situación fue discutida en el edificio Cóndor, y luego, ante los rumores de prensa, se decidió opinar públicamente.

Un Juliá molesto afirmará:

—No quiero mas suicidios en la Argentina.

El secretario del arma, brigadier Toribio, sostendrá:

—Para la Fuerza fue un suicidio.

La escena de pugilato de Caselli y Borgonovo, previa a una entrevista entre Menem y el Papa, no había sido solo cuestión de centimetraje en los medios. Se desnudaba una abierta pelea de lobbies para conseguir el paquete de la compra de nuevos radares para la Fuerza Aérea, un negocio de 250 millones de dólares. En diciembre de 1998 competirán Alenia-Difesa, una empresa del estado italiano, el consorcio Northrop-Grummann-Westinghouse-Siemens y Thomson, francesa. Con posterioridad, los grupos enfrentados se reagruparon. Según una denuncia del Frepaso, Borgonovo opera para los italianos de Alenia con Leopoldo Bravo, el que fuera embajador del Proceso. Los brigadieres están enfrentados defendiendo cada uno de estos lobbies.

Etchegoyen compartió un destino oficial con Bravo en la embajada de la URSS. Murió en extrañas circunstancias. Raúl Schwarztein, también relacionado con Bravo, murió cuando en 1995 se desprendió sobre el Río de la Plata la hélice derecha de un Cessna propiedad de Líneas Aéreas de Entre Ríos (Laer) de la que el muerto era su presidente. La muerte de Schwarztein también podía intuirse como muy extraña, porque el aparato había sido “recorrido” (revisado concienzudamente) antes del vuelo fatal.

El punto mas sensible de la radarización son los equipos tridimensionales -o radares clase 3- que revelan tres vectores: características del objeto volador (tamaño, matrícula, distancia, derrota, etc.), altura y velocidad, que todavía no existen en el país. Los radares clase 1 solo revelan planos, los de clase 2, identifican el avión y la distancia. Este tipo de radares clase 3 es especialmente apto para controlar el narcotráfico, porque señala inmediatamente a aparatos de pequeñas dimensiones que puedan ingresar fuera de rutas aerocomerciales. El plan prevé instalar once equipos de clase 3, cuatro de ellos en la frontera con Bolivia. Según una fuente no identificada del Congreso, “en la fuerza aérea ya habría unos muchachos que tendrían unos pesos en el bolsillo” y agrega el informante: “el comodoro Hugo Páez integra la jefatura técnica de radarización que se maneja desde el misterio de Defensa, aunque tiene un sumario abierto en la Fuerza por robo de software. De Saa, subjefe del estado mayor, estuvo a punto de pasarlo a retiro, pero Domínguez lo rescató” . Sentencia y termina: “se cree que De Saa opera para los italianos”. Alguien logró reagrupar a los competidores: Northrop-Grumman-Alenia-Marconi dejaron afuera a Thomson-Raytheon, quienes presentaron contra el Estado y los ganadores siete demandas judiciales argumentando que la licitación se había convertido en una adjudicación directa.

También pasó por el juzgado el brigadier (RE) Ernesto Crespo.

—Fui amigo personal de Etchegoyen, lo conozco desde hace más de treinta años— afirmó Crespo ante el magistrado judicial.

La revista Somos había publicado un trascendido según el cual Etchegoyen, que también fue superior de Crespo, había participado activamente en las intrigas para derribarlo del comando del arma e imponer a Juliá. Éste, por su parte, parecía no haber sido excesivamente consecuente con esa lealtad.

Somos trabajaba para la interna militar. Si Etchegoyen había sido un conspirador en las sombras para derrocarlo, Crespo manifiesta presentar un alto concepto personal del que aparentemente había decidido eliminarse, .

Ernesto Horacio Crespo, mendocino como El “Indio” , comandó los escuadrones de la aviación que enfrentaron a los buques ingleses en Malvinas. Fue también el máximo responsable del proyecto Cóndor II y conoció otros seis proyectos secretos que condujo la Fuerza Aérea a partir de 1982, cuando el poder era absoluto y, por ende, no había que rendir cuenta a comisiones legislativas. Titular aeronáutico durante la presidencia de Raúl Alfonsín, no solo pasó a retiro sino que pidió su propia baja por disidencias con Antonietti y ya no integra el Consejo de brigadieres.

En su época se diseñó la relación de la Fuerza con las empresas de Yabrán, pero le tocó a su sucesor Juliá firmar los respectivos contratos, no bien asumió Menem, el 24 de abril de 1990. Estaban involucrados el grupo Ocasa, que controla a la mayoría de las empresas de transporte de encomiendas, documentación y correo privado, relacionado con Alfredo Yabrán; Villalonga-Furlong, controlada por Ocasa; y el grupo Juncadella, propiedad de un comodoro retirado.

En 1987, Juncadella poseía cerca de 300 camiones acorazados por un valor de 70 mil dólares cada uno. Construyó su propia sede blindada en Tres Arroyos y Nazca, de la ciudad de Buenos Aires. En 1987 incorporó a su directorio al general Naldo Dasso, superior de Aldo Rico, y poco después al general Fichera, que había sido jefe del III Cuerpo de Ejército con asiento en Córdoba. Es propietaria de la empresa Afha de transportes de caudales en España, junto con el almirante Jorge Montes, ex - canciller del Proceso y el capitán de fragata Aldao. En 1998 facturaba 400 millones de dólares anuales y fue adquirida por el grupo inversor Merrill Lynch.

Crespo deja sentado que sus vínculos no se limitaban a la amistad ni a cuestiones profesionales:

—Teníamos contacto por temas propios de la institución y por otros, inherentes directamente a la marcha del país.

Dice que lo encontró varias veces:

—Una de las últimas en Pinamar, hace cuestión de dos meses —afirma, sabiendo que en esa época habían entrado por Ezeiza los contenedores que escondían la fábrica de colas basculantes del misil Cóndor, con papeles aduaneros en regla —y luego dirá, aclarando su memoria— lo vi por última vez en Pinamar.

Todos, Crespo y la familia, coinciden en afirmar que el encuentro fue casual.

Algo le intrigaba al ex - jefe del Estado Mayor:

—Si tuviera que afirmar que él se quitó la vida, diría que tal posibilidad la veo poco probable. Hay algo que no está debidamente claro. Aún hoy —dice el dieciocho de diciembre— me sigo preguntando por qué, él fue preparado para sobreponerse a situaciones adversas, y se pregunta —¿que cambió?

Había cambiado, por ejemplo, la conducción de la Fuerza. El grupo de Crespo fue desplazado por el de Juliá. Por ende, Crespo podía tener la intención de tirar la muerte de Etchegoyen sobre el gobierno.

—Hay algo que no encaja en este rompecabezas, quiero que quede claro que no condice toda la actividad de su vida y la estabilidad emocional que demostró durante la misma, con una actitud final como la que tomó— finalizó, se levantó, dio la mano a Marquevich y se retiró el ex - brigadier Ernesto Crespo.

Laporta y Etchegoyen, al fin, habían participado en el mismo gobierno.

Crespo, en todo caso, pudo ser un adversario político, si es que lo fue. Sin embargo, hay una sutil distancia entre las dos declaraciones. Una clara indiferencia en la primera, acentuado por el interés en “despegar” rápidamente al hijo de la investigación, como cierta angustia en la del camarada y amigo, aunque los intereses que se jugaban en las privatizaciones de los depósitos, el free-shop y el servicio de rampa quizás los había separado.

La declaración del comodoro (RE) Luis R. Moreira, en abril de 1991, adquiere otra dimensión, acaso tan importante como la actitud institucional de la Fuerza ante la investigación del juzgado.

Primero, los oficiales designan anualmente, por reglamento y acaso por tradición sobreviviente de la primera guerra mundial, un albacea para el caso de que su actividad los lleve a la muerte. Por ejemplo, si el avión que tripulan es derribado en una misión de combate.

El albacea de Etchegoyen, designado según constancias existentes en las oficinas del edificio Cóndor, era el brigadier Cuadrado. El brigadier Juan Carlos Cuadrado integró el directorio de Edcadassa. Por alguna razón desconocida, Etchegoyen no lo nombra en la carta que escribió antes de su muerte.

El cuerpo ya ha sido entregado a los familiares en la Morgue Judicial. Rodolfo y Marcela rodean a la viuda. Pepe Del Campo sugiere, entre dolorido y orgulloso:

—Vamos a vestirlo con el uniforme de gala.

Pero escucha una voz militar a sus espaldas, la del brigadier Cuadrado.

—Mejor pónganle un piyama.


(Continuará)

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