miércoles, 4 de agosto de 2010

11. El Llanero Solitario con su caballo Pinto Kramer

El cuerpo ya ha sido entregado a los familiares en la Morgue Judicial. Rodolfo y Marcela rodean a la viuda. Pepe Del Campo sugiere, entre dolorido y orgulloso:
—Vamos a vestirlo con el uniforme de gala.
Pero escucha una voz militar a sus espaldas, la del  brigadier Cuadrado.
—Mejor pónganle un piyama.
El  desaprensivo brigadier Cuadrado, que era albacea de Etchegoyen, fue nombrado en el directorio de Edcadassa inmediatamente después de retirarse de la Fuerza..
Etchegoyen los había traicionado. Pudo haber traicionado, por ejemplo, la idea corporativa de defender la institución por encima de toda otra consideración.
La situación fue definida con toda claridad por el  algo desprestigiado brigadier Paulik, sucesor de Juliá, cuando la familia trataba de encontrar algún apoyo para la investigación:
—Este es un acto de deshonor, así que no podemos hacer nada.
..........
Un domingo de enero de 1990 por la tarde -recordará Rodolfo chico- Yabrán tocó el timbre de la casa que alquilaban en Pinamar. “Preguntó por mi papá y yo le dije que estaba en la playa”. Él ordenó entonces:
—Acompañame a buscarlo.
“Me subí al Mercedes verde oliva: atrás estaban su mujer y su suegra. Anduvimos un rato, dando vueltas, pero no lo encontramos”.
—Buscalo y en una hora nos encontramos en tu casa. Decile que mañana tiene que ir urgente a Buenos Aires— afirmó Yabrán.
“Cuando volvió, mi padre ya había vuelto y lo estaba esperando. Yo me quedé en la cocina, a pocos metros. Yabrán estaba eufórico, excitado”.
—Rodolfo, te felicito— habría dicho el luego suicidado empresario postal— vas a ser el futuro titular de la Aduana. Comunicate con Aldo Elías, que te va a conectar con Erman González para tu designación.
Quizás se haya sorprendido con el ofrecimiento, aunque sabe que don Alfredo tiene acceso directo a la presidencia de la Nación.
—¿Aduana? No se nada de aduanas. Soy aviador, quiero llevar adelante el proyecto de la Terminal Aérea Buenos Aires— y recordó que a través de Antonietti, estaba buscando que el privatizador Dromi lo ubicara en el directorio de Aerolíneas Argentinas, o un cargo en la Junta Interamericana de Defensa, porque el retiro es tedioso. Él, además, conocía perfectamente el movimiento aerocomercial.
Pero Antonietti, quien se define a sí mismo como “un hombre de acción”, da una versión distinta.
—Yo le llevé una lista de tres postulantes al Presidente— dice ante el juez Marquevich, y agrega— señalando con el índice uno de los apellidos escritos, Menem preguntó —¿éste es el Indio?
Ante la siguiente pregunta del juez, Antonietti crea una nueva versión de su propia versión:
—Encontrándome con el Presidente en Pinamar me hice una escapada a la casa alquilada por Etchegoyen, y tras compartir una copa, le pregunté quién lo había avalado para ocupar la administración de Aduanas.
—No se con seguridad, me parece que fue Elías— dice Antonietti que dijo Etchegoyen. Si es cierto que Yabrán anunció su nombramiento y Antonietti no estaba mintiendo, Etchegoyen al menos conocía la relación entre don Alfredo, el Turco Grande, y el empresario hotelero. Pero además ocultó al Conde de Montecristo (su sobrenombre “porque se venga de todos los enemigos”) que había sido el empresario postal suicidado en su campo de Gualeguaychú quien le había avisado, en el verano de Pinamar, sobre su designación. Antonietti, por su parte, se sentirá acongojado, años mas tarde, cuando recuerde que fue él mismo el que introdujo a Etchegoyen en la Casa Rosada.
El que sería mas tarde responsable de la Supersecretaría de Seguridad y había encabezado el Operativo Desalojo (de Zulema Yoma, atrincherada en la quinta de Olivos, en mayo de 1990) recién declara a fines de abril de 1991. Concurre acompañado del abogado y ex - juez Federico Pinto Kramer, un hombre estrechamente vinculado a la Fuerza Aérea.
Estando a cargo del juzgado Federal de Río Gallegos donde fue nombrado por el Ministerio de Justicia controlado por la Fuerza Aérea, Pinto Kramer tenía bajo perfil público pero se hizo famoso cuando una mañana, imprevistamente, procesó al presidente del Banco Central durante la presidencia del general Bignone. Julio González del Solar había suscrito un préstamo para Aerolíneas Argentinas donde se establecía la soberanía judicial de los tribunales del estado de Nueva York. Pinto Kramer se mantuvo mudo en otras graves lesiones el patrimonio nacional ejecutadas por sus superiores. Si no recibía órdenes del edificio Cóndor, le era muy afín.
Diez años mas tarde, el dúo Antonietti - Pinto Kramer facilitó el cruce de la frontera y el aterrizaje en San Fernando del general Lino Oviedo, que había huido de Paraguay con 350.000 dólares cash en su maletín, huyendo de un gobierno que intentaba hacerle cumplir una condena pendiente a 10 años de reclusión por subvertir el orden constitucional de su país. Oviedo había hecho  buenas migas con Antonietti cuando ambos recalaban en Bonn, y el gobierno argentino lo protegió en su territorio con sospechosa rapidez, sobre todo teniendo en cuenta que la oposición paraguaya lo acusaba de instigar la ejecución del vicepresidente Argaña. Voceros no identificados de la DEA sostienen que Oviedo está íntimamente relacionado con el narcotráfico, pero es protegido por poderosos intereses norteamericanos. ¿Acaso se repetía la parábola de Noriega?
Pinto Kramer, por su parte, exhibía otro antecedente que define el libre ejercicio de la profesión y el principio constitucional de la legítima defensa: patrocinó a Rubén Bufano, uno de los miembros de la banda de Sánchez Reisse, que había sido encarcelado en Ginebra cuando pretendió cobrar una extorsión. Sánchez Reisse, socio de Raúl Guglielminetti en dos ignotas empresas con sede en Miami, llegó a declarar ante el Senado de los Estados Unidos que el general Suárez Mason había recibido dinero del narcotráfico para financiar operaciones encubiertas en América Central. El Batallón 601 de Inteligencia del Ejército le había ordenado investigar los fondos de algunas financieras propiedad de los señores Koldobsky, Sivak y Combal, los que casualmente luego fueron secuestrados y muertos tras cobrar millonarios rescates a sus atribuladas familias. Decían que actuaban con un fin superior, la tan mentada razón de Estado. Guglielminetti fue atrapado en el aeropuerto de Barajas cuando portaba una valija con un millón de dólares cuidadosamente apilados en fajos. 
Cuando los periodistas preguntaron al ex - juez federal por qué había acompañado al  brigadier Antonietti no estando éste procesado, contestó:
—Vine por las dudas.
Antonietti había sido puesto en disponibilidad cuando, todavía en actividad, voló a La Rioja para felicitar al recién electo presidente Menem “y ponerse a las órdenes de su jefe”. El Presidente de la Nación rehabilitó y luego ascendió al díscolo, nombrado en la Casa Militar. Eso provocó en Crespo, entonces Comandante de la Fuerza, un furor indescriptible que todavía lo encrespaba dos años después, al pedir su propia baja:
—No se tuvo en cuenta para su reingreso a la actividad, ni para su posterior ascenso, el concepto que emitieron dos oficiales superiores que no tenían más detrás de sí que la verdad— recordó, agregando que las críticas a su gestión habían surgido del mismo Antonietti— el problema es anterior, se remonta a ciertas medidas administrativas que debía tomar a efectos de encuadrar a quienes, estando en actividad, realizaban actos de carácter político - partidario que, por su condición, les estaba vedado.
Como es archisabido, Antonietti (ahora retirado tras un fugaz paso por el Estado Mayor Conjunto en el que objetó con escasos fundamentos la compra de los reciclados o potenciados Douglas A4-D a la Lockheed Aircraft Corp.) dirigió el operativo desalojo de la señora Yoma, que se había atrincherado en Olivos e impedía a Menem ejercer sus atributos de poder en plenitud.
Ese 25 de mayo el riojano asistió al Tedeum en la Catedral desprovisto del bastón y la banda presidencial que Zulema ocultaba por pura venganza marital.
La vida pública del chaqueño Antonietti durante la gestión de Carlos Saúl tuvo altibajos. Se habló de manejos discrecionales en el dinero de los viajes presidenciales, de sobreprecios en la compra del Boeing 757 de última generación que llegó a usarse para llevar a Anillaco una torta de cumpleaños y en viajes de Zulemita a Punta del Este para no extrañar tanto a su actual novio. Ansioso por acaparar poder, tras el atentado a la Amia, el presidente anunció enfáticamente que, detrás de Antonietti, se unificarían los organismos de seguridad e inteligencia en una Supersecretaría de amplísimos poderes “para terminar con la inseguridad que a todos nos afecta por igual”. Eso provocó un inmediato disgusto de la Policía Federal, cuya cúpula esta interesada en avanzar sobre la dirección de la SIDE, es decir, en sentido contrario.
En diciembre de 1995 una brigada de la Federal allanó una casa - quinta en el barrio La Horqueta, secuestrando cinco kilos de cocaína. Fue detenido Daniel Héctor Antonietti, quien declaró a los agentes de Drogas peligrosas que era el hijo del “super brigadier” y por lo tanto, superprivilegiado, afirmación que en los policías no tuvo el mas mínimo efecto, por orden superior.
Inmediatamente, la prensa recibió amplia información sobre el operativo y los sueños del Conde de Montecristo se esfumaron. Mas tarde se refugió en la dirección de la revista Proa (una imitación a todo color y costosa publicidad de multinacionales, que difícilmente soportaba una comparación con la que fundara Jorge Luis Borges en 1922) editada en Balcarce 50, con la que comenzó a desarrollar una oculta vocación poética que la práctica de la milicia no había podido eliminar, aunque sí percudir vivamente; después optó por la embajada en Montevideo. Parodiando a los coroneles de Mitre, partió al galope junto con el cordobés Schiaretti a restablecer el orden en Santiago del Estero luego de una pueblada. Dos mil quinientas fotografías de 15x25 con su rostro amenazador fueron colgados obligatoriamente en los lugares mas visibles de las comisarías y reparticiones públicas, bajo pena de provocar la ira del interventor. Los retratos —o el dinero distribuido generosamente por el militante mediterráneo— disuadieron a los recalcitrantes y la paz retornó a la provincia.
Según la versión de Domingo Felipe Cavallo, Yabrán había solicitado a Etchegoyen espacio en el Aeroparque para la empresa Villalonga-Furlong y en esa charla el  brigadier comentó las dificultades existentes en Ezeiza (contrabando, vigilancia insuficiente, presupuesto exiguo). El empresario le acercó una propuesta de privatización periférica en base a la experiencia que había atesorado en el área de correos para Encotel y el Banco Nación, concesiones entregadas por los radicales.
“Etchegoyen se entusiasmó con la iniciativa (de Yabrán)” afirma Cavallo, e hizo de intermediario con el  jefe de la Fuerza, Ernesto Crespo. De estas reuniones entre Crespo, Etchegoyen y Yabrán surgió la idea de crear Edcadassa (Empresa de Cargas del Atlántico Sur Sociedad Anónima)”.
Durante los últimos días de la administración radical, un decreto firmado por el presidente Alfonsín autorizó el contrato de conformación de Edcadassa y el convenio con la Fuerza Aérea, por los que el monopolio de ésta en la manipulación y almacenaje de mercaderías que entran y salen del país por vía aérea en Ezeiza fue convertido en otro monopolio -ahora privado- por un período de veinte años con otros diez de prórroga.
El ex-dirigente telefónico José Celestino Blanco, de origen vandorista y caudillo de la Lista Gris opositora a la conducción del peronista combativo y luego menemista Julio Guillán (Lista Marrón) fue designado gerente general de la nueva empresa. Blanco era también el único accionista de Orgamer S.A., empresa de vigilancia del grupo.
Según la óptica cavallista, “Etchegoyen, ya retirado de la Fuerza Aérea, no había llegado a conocer los detalles de la negociación de Crespo con (el empresario postal)”.
En cierta ocasión, afirma el ex-ministro en la defensa de una querella que le iniciara el mismo Yabrán, el  “suicidado” habría recriminado al empresario entrerriano haber sido marginado de la privatización, cuando había sido el promotor de la idea y nexo entre el empresario y el jefe de la fuerza,  brigadier Crespo. Haber sido marginado significaba de hecho que Etchegoyen aspiraba a algo mas que un digno retiro militar, sugiere Cavallo.
Yabrán conocía al  brigadier desde años atrás y habían cultivado cierta relación amistosa: ¿por que no proponerle a Menem que dirigiera la Aduana? Si un allegado se hacía cargo de tal área, entonces Yabrán tendría el completo control de la entrada y salida de mercaderías por vía aérea: manipulación, acarreo, depósito, transporte, inteligencia y vigilancia, y el control aduanero en manos de un amigo.
Años después, frente a los diputados, cuando ya Cavallo lo había denunciado por conductas mafiosas en la privatización del Correo, Yabrán desmentirá haber influido.
—Tuve un trato muy frecuente con Etchegoyen, casi amistoso, pero niego categóricamente que le haya comunicado su nombramiento en la Aduana o que haya influido para que se lo designara— se defiende el Turco Grande.
Un diputado le preguntó si tenía alguna hipótesis sobre los dichos de la familia del   fallecido aviador, en cuanto a que les había prohibido nombrarlo.
—Mire— respondió, un poco incómodo y asistido por Wences, que le dicta, a su derecha— lo conocí (miente nuevamente) cuando tuve que entrevistarlo para instalar una planta operativa en el Aeroparque, y me trató muy bien, por lo que a partir de allí tuvimos un trato muy frecuente —ahora asomando cierto rubor, perturbado por su propio palabrerío— nunca pensé que estuviera molesto conmigo, y aparte, considero que él era muy honesto porque no conozco a ningún funcionario que renuncie apenas lo acusan de deshonesto.
El Turco Grande exageraba: Etchegoyen nunca había sido acusado de venalidad en el cargo que ocupó. Parapetarse tras las declaraciones de Cuello, que parecían centrarse en la gestión del  brigadier pero en realidad ocultaban la sorda lucha de distintos sectores por la privatización e informatización, era desafortunado a esa altura de los acontecimientos. 

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